lunes, 29 de agosto de 2011

¡Que vergüenza!

Ya van dos penas que me hace pasar este Chester... primero, hace como 1 mes, con la hijita de 5 años de mi novio, y ayer con la hija de 3 años de una de mis amigas... ¡Es muy saltarín!

Ahora que he tenido la oportunidad de verlos interactuar con diferente variedad de visitas, veo la importancia de corregir en ellos cosas que antes me parecían graciosas, y ahora son incomodas... Hablemos de los saltos...

Cuando Chamba o yo llegamos a la casa, es una euforia tan linda verlos como se alegran y aunque tratamos de ignorarlos cuando llegamos y durante los siguientes 20 minutos, aún no logramos extinguir ese comportamiento. Ya se tardan menos en calmarse, pero aún no dejan de hacerlo. 

El problema con los saltos es con aquellos a quienes alcanzan, pues si bien es cierto, muchos adultos nos hemos llevados aruñones de recuerdo, en los niños es muy triste, porque puede hasta generar un trauma. Creo que ahorita con las víctimas de mis chuchitos no ha sido el caso, pero es muy triste tener que encerrarlos cuando llega una visita pequeña.

Yo se que gran parte de la solución se encuentra en el tiempo que pueda dedicar a entrenarlos, sin embargo, no dispongo de mucho, asi es que mi mejor opción por el momento es buscar toda la información disponible y aplicarla al 100% en el poco tiempo que tengo disponible para dedicar al entrenamiento de los peludos estos... Espero lograr algo, pues no creo llegar a perros tipo César Milán, solo me conformo con perros que puedan interactuar con criaturas diferentes a ellos, más grandes y más pequeñas...

Aunque un poco de César Milán en mi casa no estaría nada mal...

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