lunes, 8 de agosto de 2011

Para amar a un animal... La frase del amor...

Para amar realmente a un animal, y poder decir que ese amor nos hace mejores personas, hay algunos pasos previos, que sin afán de meterme a temas religiosos, quedan muy bien ilustrados cuando Jesús nos dió el nuevo mandamiento del amor: "Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo".

Veamos esta frase desde mi interpretación, despedazandola así para llegar al amor a un animal:

"Amar - a ti mismo": Hay que reconocer en nosotros mismos, en nuestro cuerpo, el mayor tesoro que la creación-evolución nos ha dado. Debe existir en nosotros una costumbre de salud, en mayor o menor intensidad. Esto nos ayudará a compartir con las otras dos partes de la frase del amor...

"Amar - al prójimo": Esto va desde el fulano que se nos atravesó imprudentemente en la calle (no hay que desearle la muerte solo porque nos incomodó), pasando por nuestros amigos para los que debemos estar cuando nos necesiten (porque en otra ocasión los necesitaremos a ellos), nuestra familia (alguna vez leí que los hermanos son la forma en que Dios te da amigos) y por último y no menos importante, nuestra pareja, nuestro soporte (mi Chambita, mi marido es mi principal eje familiar desde que dejé mi casita).

"Amar - a Dios": Como, nuevamente, no es mi intención entrar a un tema religioso, véase esta parte desde el punto de vista que más le sea cómodo: Dios, un ser superior, Alá, Budah... La principal representación de eso que es más grande que nosotros es el mundo, la naturaleza, la creación, lo que la madre tierra nos deja utilizar (aunque parece que ya no le gusta mucho que abusemos). Todos los seres vivos, no humanos tienen una esencia especial, por estar más cerca de la naturaleza que nosotros, merecen todo el respeto que el proveedor de tu oxígeno se merece. De pequeña, aunque me encantan las flores, siempre evitaba cortarlas, porque para mi, a la plantita le dolía :( y hasta cierto punto, es así. Debemos cuidar la creación, y un animal, un perro, un gato, un perico, es una representación de este mundo que nos ha sido regalado.

Para amar a un animal, debemos aprender a amarnos a nosotros mismos, a los que nos rodean y entonces, solo entonces, tendremos la sabiduría de entender por qué ningún animal o ser vivo de ningún tamaño merece ningún maltrato.

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